UTIEL REQUENA
La tradición vitivinícola de las tierras Requena-Utiel se remonta a más de 2.500 años, tal y como indican los diferentes hallazgos arqueológicos de la comarca. La llegada de producciones fenicias a estas tierras (VII a. C) incorpora el vino al consumo de las élites indígenas que no tardaran en iniciarse en la producción y elaboración del mismo.
En el yacimiento de Los Villares (Caudete de las Fuentes), identificado como la antigua ciudad ibérica de Kelin se ha hallado un conjunto de pepitas de uva, estructuras para elaborar vino y elementos de vajilla que las contenían.
.De esta época también hay restos de la existencia de lagares o estructuras excavadas en la roca destinadas a la elaboración del vino, como es el caso de los lagares hallados en la Rambla de Alcantarilla (Requena) o la Solana de las Pilillas (Requena). Como sistema de fermentación se usan recipientes cerámicos (ánforas) que, en el siglo V a.C. se producían en alfares de la zona. En los yacimientos arqueológicos del entorno se documentan almacenes para depositar las ánforas.
En época romana la comarca se puebla de villas rústicas dedicadas a la producción agrícola. En una de ellas un ara o altar dedicado a Baco, dios del vino, nos indica la importancia que adquiere esta producción, avalado también por otros restos diseminados por la zona.
La islamización de estas tierras desde comienzos del siglo VIII no supuso la desaparición del cultivo del viñedo, ni tan siquiera el cese de la elaboración del vino. Los musulmanes valencianos no dejaron nunca de consumir vino, aunque es verdad que, debido a la ley coránica, se silenció en lo posible esta circunstancia y las noticias que nos han llegado de parte de escritores musulmanes de la época sólo hablan de la producción y consumo de uvas y pasas.
Con la nueva cristianización del territorio el vino volvió a cobrar mayor protagonismo y a estar presente en todas las facetas de la sociedad medieval. El vino formaba parte obligada en la ración de comida que cada día se daba en los monasterios y conventos, entraba en el salario que se pagaba a los obreros y jornaleros así como en la soldada que percibían quienes servían en los ejércitos. También estaba entre la comida que se repartía a los pobres y, por supuesto, en los banquetes que ofrecían los reyes y los nobles.
Las primeras referencias documentales escritas sobre la vid y el vino, se remontan a 1265 y aparecen en el Fuero de Requena concedido por Alfonso X El Sabio, donde se establece el nombramiento de «binaderos» o guardianes de las viñas durante los tres meses anteriores a la vendimia.
La proporción entre producción y consumo se mantuvo estable durante los siglos XVI y XVII, con un viñedo muy poco extenso, ordenado en una serie de pagos, dispersos entre grandes latifundios de cereal. En el núcleo urbano de Requena, los primeros documentos escritos sobre viticultura tratan de las bodegas excavadas en la roca que se abrieron en el foso del Castillo cuando perdió su función defensiva. En las bodegas subterráneas documentadas desde el s XVI, se elaboró el vino como lo hicieron los iberos, utilizando los mismos sistemas de pisado, decantado y posterior fermentación en recipientes de barro.
Desde la Reconquista y hasta mediados del siglo XVIII se produce un aumento paulatino del viñedo y de la producción relacionada con el autoconsumo local. Gracias al incremento de la población y a la navegación marítima, la viticultura comienza a hacerse más comercial, con la fabricación de aguardientes. Entre los siglos XVII y XVIII funcionaban una decena de fábricas de aguardientes en la comarca.
En la segunda mitad del siglo XIX, el sector vitivinícola se vio afectado por varios sucesos. De una parte, la demanda de vino creció debido al proceso de industrialización y urbanización. En Utiel-Requena se dio, un auge de la vitivinicultura ya que se aceleró el ritmo de nuevas plantaciones, especialmente por parte de vecinos de Utiel.
Además, aparecieron tres enfermedades nuevas importadas de América (oídium, filoxera y mildiu), que causaron grandes estragos en los viñedos europeos. La producción en los viñedos franceses que se vio afectada por la enfermedad del oidium, durante la década de 1852 a 1862. Tras esta crisis en los viñedos franceses, llegó una nueva plaga, la filoxera (insecto parásito de la vid que puede provocar la muerte de la planta), que arrasó la práctica totalidad de los viñedos europeos entre 1868 y 1900.
La filoxera causó también estragos en España, sin embargo, se mantenían sanos, entre otros, los viñedos de Utiel-Requena, que se vieron más lentamente afectados por el ataque de la filoxera (dada la resistencia de la variedad Bobal frente a este parásito) y permitió a los viticultores ir sustituyendo los pies europeos por los americanos. Este hecho motivó que acudieran a la zona de Utiel-Requena comisionistas franceses y catalanes que impulsaron el crecimiento espectacular de las plantaciones, una redistribución de la propiedad de la tierra que dio lugar a nuevas asociaciones de cosecheros y a la plantación de vides por parte de industriales y empresarios valencianos.
En 1950 se da por finalizada la reconstrucción post-filoxérica y el viñedo de la DO Utiel-Requena ya cubría una extensión de 40.000 hectáreas. A partir del primer cuarto del siglo XX, comienza la emigración rural y la mecanización del campo por lo que la comarca vive la efervescencia del cooperativismo: en 1927 se funda la Cooperativa Agrícola de Utiel, en 1935 la Vinícola de Requena y así sucesivamente hasta llegar a las 36 cooperativas que vienen funcionando en la DO Utiel-Requena desde 1965.
En torno a la década de los ochenta, nacen en la DO Utiel-Requena las primeras bodegas comerciales de tipo familiar y es en los noventa cuando se produce la gran eclosión de bodegas, favorecida por la incorporación de España a la Unión Europea y la expansión de las exportaciones.
En la actualidad, la DO Utiel-Requena cuenta con 108 bodegas registradas y el viñedo censado es de unas 40.000 hectáreas. El viñedo presenta aquí carácter de monocultivo y constituye la mayor masa homogénea productora de vinos tintos de España, con una cosecha media anual del orden de un 1.500.000 de hectolitros El 80 % de las plantaciones son de la variedad Bobal, una especie que es casi exclusiva de la Utiel-Requena que ha pasado a convertirse en una variedad noble de la Denominación de Origen y producto diferenciado. También hay uva de la variedad tempranillo y algo de garnacha, además, desde hace algunos años también ha prosperado la variedad blanca macabeo. Su especialidad son los vinos tintos, y en los últimos años ha cobrado mucha fuerza el envejecimiento en barricas de roble.
A partir de mediados del siglo XX comenzó a abandonarse la estructura de poblamiento disperso y las producciones familiares. En la Villa de Requena se abandonaron las bodegas subterráneas y quedando en el olvido o colmatadas por escombros de construcción. El crecimiento acelerado de los últimos 20 años ha cambiado la fisonomía interior del Paisaje Urbano Histórico, de Requena y su Paisaje Cultural.